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Contribuciones

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Archivo histórico

CONTRIBUCIONES ORDINARIAS Y EXTRAORDINARIAS

         El cobro mensual de la Única Contribución se realizaba con rigor.  El colector encargado pasaba casa por casa a recoger la cuota mensual y anotaba el cobro en su cuaderno con una rayita vertical, -una por mes-, que cruzaba a fin de año si el contribuyente había satisfecho las doce cuotas mensuales.  En ocasiones, la contribución se cobraba en especie de trigo, por carecer los contribuyentes de líquido, o por necesitar la ciudad hacer acopio de grano para garantizar el abasto público.  Entonces se recogía el trigo y se guardaba en los silos que el ayuntamiento poseía en la plaza de San Pedro o en la de Lérida.  El ejemplo que incluyo del año 1772 sirve, -además de dar cuenta de la diferente carga fiscal entre los vecinos-, para documentar el callejero general de la ciudad en ese momento, que  designa como “calles” lo que en realidad es el conjunto de una calle principal y otras callejas de su entorno que todavía no poseen nombre propio.  Es curioso que no se anoten las calles donde viven los infanzones. ¿Será que las “casas de su habitación” eran suficientemente conocidas?

         Incluyo en esta carpeta la “Contribución extraordinaria de 1813” impuesta por los franceses.  Parece extraño que al final de una guerra devastadora, como lo fue la de la Independencia, los fragatinos dispusieran de trigo con que pagar, luego de haber sufrido exacciones continuas durante la contienda.  ¿O tal vez la inmediata marcha de los franceses la dejó sin efecto, y el documento que la detalla quedó olvidado entre los papeles del consistorio?  En cualquier caso lo adjudicado a cada cual no parece arbitrario, desde las 166 fanegas y 8 almudes de trigo impuestos al Capítulo Eclesiástico, o las 78 fanegas y 10 almudes cargados al mayor contribuyente laico en ese momento: don Vicente Monfort, hasta dejar exentas a varias viudas.

         Finalmente,  el cuadro general de la Única Contribución desde su implantación en 1717 hasta el cambio de sistema impositivo en 1845 refleja la distancia entre el cupo asignado por el Intendente y lo realmente exigido a la población: con cantidades  “para el ayuntamiento”, o “por si el catastro quedaba corto”; por el fraude de moneda o por el coste de elaboración de los libros catastrales; también por la incorporación de nuevos impuestos o su aumento radical durante Fernando VII.

libro_cobratorio_de_la_contribucion_de_1772_por_calles.xlsx

contribucion_extraordinaria_de_1813_en_especie_de_trigo.xls

cuadro_general_de_la_unica_contribucion_en_el_periodo_1717-_1845.xlsx

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